BY ASTRID SUÁREZ
Mikhail Krasnov camina por las calles empinadas de la ciudad colombiana de Tunja como cualquier vecino, solo que ya no es cualquier vecino. Ahora a su paso se juntan ciudadanos y lo rodean. “Tómeme una foto con mi alcalde”, dice una señora mientras posa abrazada con “el profe ruso”, como lo conocen.
Krasnov se convirtió en una de las sorpresas de las elecciones locales de octubre en Colombia. Un ruso —el único que vive allí— se impuso sobre personajes más conocidos de la política en Tunja, la conservadora capital del departamento de Boyacá, a unos 140 kilómetros de Bogotá.
“Mi mamá tiene raíces de Ucrania, mi papá de Rusia y yo soy colombiano”, afirma con convicción en conversación con The Associated Press, mientras explica que está en contra de la guerra entre Rusia y Ucrania, donde tiene amigos y familia.
En realidad, Krasnov nació en Sarátov, ubicada a unos 900 kilómetros de Moscú, en agosto de 1978, cuando aún existía la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas. En 1999, se fue a vivir a Alemania, donde estudió Economía en la Universidad Humboldt de Berlín y fue allí desde donde labró su camino hacia Colombia.
Hace 15 años llegó a Tunja. Primero obtuvo la residencia y dos años atrás, la nacionalidad. Ahora, ha dado el salto a la política local.
En la pequeña ciudad colombiana de no más de 200.000 habitantes, Krasnov, de 45 años, cabello rubio, tez clara y ojos verdes, obtuvo más de 27.000 votos.
Sentada en una cafetería del centro de Tunja, Alejandra Monroy Martínez confiesa que antes de las elecciones no conocía al “profe ruso”. Luego lo vio repartiendo afiches y hablando con la gente, pero no imaginó que ganaría, ni como ciudadana de a pie ni como politóloga.
“Fue una sorpresa que ganara, nosotros tenemos partidos tradicionales que por mucho tiempo han gobernado y (ahora) llegar una persona extranjera... a ser el que está liderando en este momento la política”, explica a la AP Monroy Martínez, oriunda de Boyacá, que cree que la victoria de Krasnov es un voto de castigo para la política tradicional.
Alba Rodríguez de Parra, de 56 años, ve con buenos ojos al “ruso” por haber sido docente de la universidad pública de la ciudad, a lo que achaca sus buenos resultados en las urnas. Espera de él que sea eficiente en solucionar los problemas de Tunja como la inseguridad y la ampliación de sus vías estrechas.
“Hemos vivido muy desilusionados de los anteriores alcaldes porque todos son sólo bolsillo”, cuestionó Rodríguez en alusión a que solo les interesa el dinero. La mujer apoya a Krasnov por su amplia hoja de vida y, aunque es extranjero, cree que puede gobernar Tunja por todos los años que lleva viviendo ahí.
Krasnov llegó a Tunja en 2008 como estudiante de intercambio en la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC), pública y reputada en esa ciudad, para practicar el español, un nuevo idioma para sumar a los que ya dominaba: alemán, inglés, serbocroata, polaco y, por supuesto, ruso.
“Me gustó, fui a Alemania y sentí como mucha ansiedad, ganas de volver, como que uno siente que la misión no está cumplida”, recuerda Krasnov.
Y regresó a Colombia para quedarse.
“En Tunja hay muchos rusos... de construcción”, bromea en referencia al apodo que reciben los trabajadores de edificaciones en Colombia.
“Los rusos siempre estamos en la periferia de Europa, como los latinoamericanos estamos en la periferia de Estados Unidos... Me siento a gusto acá de fondo”, reconoció. Y no solo porque esté encantado con platos típicos, sino porque cree que hay una conexión cultural, según explica sobre la curiosidad que causa su estadía en una ciudad donde es el único ruso residente.
Su interés por la política es muy reciente. Hasta el año pasado se dedicó a estudiar postgrados en universidades de Rusia y a la docencia en la universidad pública de Tunja.
“Llega determinada edad donde uno empieza... a preguntarse a sí mismo qué es lo que uno puede contribuir”, dice sobre su decisión de lanzarse a la Alcaldía.
Lo intentó reuniendo más de 30.000 firmas en la calle para postularse como candidato independiente, pero un requisito de unos 10.000 dólares —más de lo que valía hacer toda su campaña— lo frenó y decidió aspirar a la dignidad electoral avalado por el recién creado partido La Fuerza de la Paz, fundado por el actual embajador de Colombia ante el Reino Unido, Roy Barreras.
”¿Usted cómo me mira? Profesor universitario de universidad pública, nacido en la Unión Soviética, ¿con qué sector debería ir yo? Por la izquierda”, concluye al definirse de centro. “Pero precisamente la izquierda fueron los primeros que me empezaron a dar palo desde que empecé a recoger firmas porque yo les robé el nicho electoral”.
Krasnov hizo propia la bandera de la anticorrupción y, a punto de posesionarse como alcalde el 27 de diciembre, sabe que la ciudad tiene más deudas que dinero en caja.
“No estamos acá promocionando mi cara, sino mandando el mensaje de que Tunja existe, que somos competitivos y que lleguen acá los empresarios”, dice Krasnov aprovechando la atención mediática que ha tenido su elección, incluso en medios rusos que han cruzado la mitad del mundo para entrevistarlo.